Llegué al lugar alrededor de las 11 am y, luego de levantar algunas piedras, decidí comenzar con una ninfa Pheasant Tail con bead head. El río en ese sector es bastante profundo y con una corriente respetable, así es que utilicé una línea sinking tip adecuada para mi caña número 4. A poco andar tuve un pique violento de una arcoiris de buen tamaño que, luego de una bonita lucha, logró soltarse del anzuelo cuando ya me aprestaba a sacar la cámara para la foto de rigor. El saldo del primer enganche del día fue mi mosca destrozada e inutilizable, así es que luego de cambiarla por una variación de Hare's Ear seguí con la pesca. En el mismo lugar tuve un par de piques más que no conseguí enganchar, así es que decidí seguir río arriba. Ahí me concentré en un pequeño y transparente brazo del río donde, luego de cambiar a línea de flote y varios piques sin éxito, logré enganchar 2 pequeñas truchitas, una arcoiris y una fario, ambas devueltas en perfectas condiciones.
Al darme cuenta que no podía avanzar más arriba, por los obstáculos del río y la vegetación de las orillas, decidí regresar al auto y continuar camino hacia un nuevo lugar. Así llegué hasta una casa donde amablemente me permitieron pasar, debiendo dejar el auto y caminar por alrededor de 15 minutos, además de bajar una complicada quebrada, antes de llegar hasta la orilla. En ese lugar el río era perfecto, con un largo "run" que entregaba bastantes escondites para las truchas y buen espacio para lanzar desde la orilla, no siendo necesario usar wader ni entrar al agua. Luego de volver a armar el equipo con línea de flote, al no ver actividad alguna en superficie, pese a ser ya cerca de las 19 hrs, me decidí por mi ninfa favorita, comodín y artífice de incontables satisfacciones. Luego de 2 o 3 intentos ya había pinchado una luchadora arcoiris, la que fue seguida en el siguiente lance por una fario. Uno tras otro se sucedieron los piques y en un rato debo haber clavado más de 12 truchas. Un verdadero festín para cerrar el día, pese a que todas fueron de pequeño tamaño. Decidí retirarme cuando una fario, en un minuto de relajo del pescador, logró meterse bajo las piedras y de ahí no pude moverla ni con la fuerza pública, hasta que cedió el nudo del tippet... y eso que era chica.
El paisaje es cuento aparte: una verdadera belleza, realmente sobrecogedor. Les dejo algunas fotos del día:





Saludos,
Cristóbal.