Piedra Lisa ya tenía dos pejerreyes a su haber y Jundiks casi había logrado sacar uno que escapó a última hora. Yo, sin siquiera haber sentido una picada, me sentía bastante frustrado, y en una medida desesperada acababa de cambiar una Adams Nº 18 por una Yellow & Patridge Nº 16 y la lanzaba hacia la rivera del frente sin mucha fe. No veía la mosca, pero la adivinaba tres metros por delante de la punta de la línea mientras derivaba de vuelta hacia el lado en que me encontraba. Casi en el instante en que abandonaba la corriente central del río e ingresaba a la zona calma próxima a la orilla lo sentí. Mas que un pique tradicional, fue como que algo se hubiera colgado de la línea. Clavé temiendo que fuera una rama o alguna basura, pero cuando se clavó en la corriente con fuertes tirones, mis temores se disiparon con la misma rapidez que se disparó mi adrenalina, mientras la caña Nº 3 se doblaba hasta formar una “U” invertida. Era algo grande que empezó a robar línea mientras se alejaba de mí. La carrera se detuvo cuando ya salía el backing del carrete y empecé a tratar de acercar a mi rival con el mayor cuidado posible, tratando de no forzarlo demasiado por temor tanto a cortar el tipett 5X como a que la mosca no estuviera bien clavada y se escapara lo que evidentemente era un trofeo. Mi otro temor (bastante fundado por la fuerza de la pelea) era que se tratara de una trucha.
Lo tenía como a dos metros de distancia, cuando por fin se dejó ver. Era el pejerrey mas grande que he visto en mi vida, no lo podía creer, medía fácilmente 50 cm. Casi lloraba por no haber llevado un chinguillo, pero ¿a quien se le ocurre llevar uno para pescar pejerreyes? Le grité a Jundiks que preparara su cámara fotográfica cuando empecé a oír incongruentemente a mi lado un tema de Bob Marley cuyo origen no pude descifrar en ese momento.
La siguiente sensación fue la de ser mágicamente transportado a mi cama mientras escuchaba el despertador (con un tema de Bob Marley) que me recordaba que era hora de levantarse para salir a pescar.
Tras los trámites de la levantada, a eso de las 7:30 recojo a Jundisk que me esperaba casi en la puerta de mi casa y partimos hacia san Francisco de Mostazal, donde nos juntamos con Piedra Lisa, quien como ya es tradición nos agasajó con un reponedor cafecito matutino mientras llegaba Milo guiando a un grupo de entusiastas pescadores, entre los que se contaban Pocho y Patofario, y partimos a meter las patitas al agua.
Como si mi sueño hubiera sido premonitorio a eso de las 10 AM, Piedra Lisa ya había capturado 2 pejerreyes, Jundiks había perdido uno que le dio una bonita pelea y yo, pensando en que nunca mas compraría zapatos, me los podía hacer, ya que mi condición de zapatero se estaba confirmando una vez mas. A esa hora sentí el primer pique con una Humphi Nº 18, que luego de una dura pelea de cómo medio segundo terminó con un pescador frustrado y un pejerrey confundido que no debe haber entendido mucho lo que pasó.
Así transcurrió la mañana y parte de la tarde con Piedra Lisa contabilizando cinco capturas, Jundiks una y este relator como 10 piques y ningún éxito.
![Image](http://img268.imageshack.us/img268/585/1003661g.jpg)
En algún momento vimos un cardumen de carpas, a las que lo único que no les tiramos fue dinamita sin ningún resultado, a pesar de los amables consejos que nos dio por teléfono el gurú de las carpas (Chino Mosquero). Ahí, gracias a la transparencia del agua nos dimos cuenta del comportamiento de estos esquivos peces. En alguna ocasión siguieron a la mosca, pero nunca se movieron mas de 50 centímetros tras ella.
Como dato anecdótico, puedo compartir el momento en que Piedra Lisa, que se nos había perdido de vista llegó corriendo muy entusiasmado a contarnos que había sacado un pejerrey de “este porte” (separó las manos como 35 cm), lo que yo naturalmente le creí y me imagino que el lector…tampoco.
A la hora de despedirnos, nos llamó la atención que los amigos de Milo, un tanto enojados con el nulo resultado de la jornada, se fueron dejando abandonado a su guía, a quien Piedra Lisa debió llevarse un tanto a regañadientes.
Como conclusión, considerando los resultados y el comportamiento observado, pienso que la dificultad que presentan los pejerreyes chilenos, no es que sean muy mañosos para atacar nuestra imitación. Picaron con secas, emergentes y ninfas en los mas variados tipos, aunque en tamaños muy chicos. El mayor problema está en la sutileza del pique, que dicho sea de paso, mantiene viva la esperanza de lograr la tan ansiada captura. Hay que tener la caña permanentemente apuntando en la dirección de la mosca, la línea con alguna tensión y estar muy atento a clavar de inmediato al primer ( y muy leve) toquecito que se sienta.
Aunque no pesqué nada, me fui con una sensación de éxito porque esta vez al menos logré sentir las picadas y aprendí algo mas sobre este maravilloso vicio de la pesca con mosca, que nos permite sentirnos ganadores sin importar el resultado numérico de la jornada.
Como mas de alguien ha escrito en este mismo foro: “el río era muy técnico y los pejerreyes estaban altamente selectivos”
La próxima vez será…