Luego de varias semanas de planificación de parte de Coco por fin llego aquel ansiado martes de pesca, también se sumo el gran Juanito Ignacio con quien hace tiempo que no pescábamos debido a distintos motivos (principalmente por pega)
Luego de madrugar literalmente para salir de Maipú me junto con Juan Ignacio en el metro y de allí hasta la estación Macul donde nos esperaba Coco en su bólido. Notable es ver hordas de gente en frenética dirección a sus trabajos y uno entremedio con la mente feliz caña en mano porque va a pescar, me encanta sentir esa sensación de rebeldía frente a la rutina laboral santiaguina
Pata a fondo íbamos veloces en pos del mitológico Coyanco ya que la idea era esa y después de almuerzo atacar el Yeso y sus salmones pintados como se conoce a las farios en el campo.
En el Coyanco Coco toma la delantera y nos demuestra un verdadero despliegue de talento capturando bellas y saludables rainbows y también uno que otro salmón pintado (de tamaños notables para la poco agua, fecha, basura y cantidad de veraneantes en el estero) por mi parte también lograba engañar algunas truchas aplicándome a pura seca. Por el contrario Juanito Ignacio vivía un verdadero infierno no obteniendo captura alguna en estas mismas aguas donde antes vivió un pasado glorioso en una salida con Felipe hace unas temporadas atrás. Con Coco nos adelantamos hasta el álamo y se notaba que había una saludable población truchera con piques incluso a esa hora en que el sol ya estaba azotándonos sin compasión.
Coco en el Coyanco

Arcoiris del Coyanco

De vuelta ya con 30 grados nos fuimos a bajonear al auto que Coco que lo ubicó al lado de la casa de Pascual a la sombra de un gran quillay, las tortillas vascas de Coco fueron lo mejor……. Juanito Ignacio estaba con toda la muffa por no poder sacar ninguna trucha pero le decíamos que en el yeso llegaría su hora de felicidad.
Ya como a las 4 emprendimos la subida hacia el gran rio Yeso y observamos las huellas de los aluviones por las quebradas de hace días, mucho barro por todos lados.
Llegamos al coto de pesca de Coco (el Yeso es su rio favorito) y el agua muy clara nos indicaba que la jornada seria prometedora. Todo parecía propicio para tentar al “sarmón pintao” que habita en el notable rio Yeso.
La soledad de esas comarcas y las grandes montañas hacen reflexionar y despejar la mente, el paisaje adaptado a las grandes nevadas invernales hace parecer todo de una aridez y soledad hermosa. Tórtolas cordilleranas, cometocinos y chirigües dorados indicaban que estábamos ya en otro hábitat distinto al del mítico Coyanco.




Coco se va aguas abajo pescando con ninfa y Juan Ignacio y yo nos vamos aguas arriba. Veo el fondo del rio tapizado de lamas amarillentas por lo que desistí de pescar con ninfa para evitar tener que limpiar la mosca a cada rato.
Los piques con Elk Caddis no se hicieron esperar y las buenas tallas de los “salmones pintados” hacían de este un día fenomenal de pesca…me sentía pescando truchas farios en Nueva Zelanda por el porte de los ejemplares de feroz lucha.



Juanito Ignacio se decide por aplicarse con mosca seca, caña en alto y haciendo patinar las Elk en los pozones y comienza a sentir la fuerza de los monstruos del Yeso en su caña.
Por fin Juan Ignacio se había “sacado la mufa”


Avanzaba la tarde y los piques se sucedían sin compasión….por pescar con 5x me fui de 2 cortes (se notaba la presencia de “sarmon” de tallas respetables para poder hacer eso).
Me propongo castear desde muy lejos un pozón prometedor y un truchon me pelea y se viene hacia mi sin poder mantener la tensión, resultando que el truchon fario se suelta y cumple la regla de oro “Siempre se sueltan las más grandes”



Me vengo de vuelta en dirección al auto y Juanito Ignacio no llegaba nunca…ya estaba con muy poca luz y comenzamos a preocuparnos por este personaje.
Por fin apareció no sé cómo feliz de poder lograr buenas capturas y emprendimos la vuelta muy cansados pero felices por poder gozar de buena pesca aun cerca de Santiago. El clima fue fenomenal, nada de viento el cual siempre nos hace pasar algún disgusto pero bueno….son esos detalles que llamo “la sal de la pesca”, sin ellos todo sería infinitamente menos entretenido
“Siempre la pesca es mejor los días de semana”
Saludos a todos desde el caluroso enero capitalino