Reporte: sábado 21 en el Antivero
Posted: 23 Nov 2009, 13:29
Todo comenzó el día sábado. 4:25 AM, y pese a que el despertador no sonó, mis ojos se abrieron instintivamente. Miré el reloj y –con todo el cuidado que pude– pegué un salto. Ya estaba atrasado. Ducha rápida, vestirse (la noche anterior había dejado todo el equipamiento listo) y partir a reunirme con Piedra Lisa. Se venía, el menos para mí, la apertura de la temporada de pesca 2009-2010.
5:00 AM. Puntualmente estaba en el lugar indicado. Cambio al auto de Piedra Lisa y emprender rumbo a nuestro destino: el Antivero. Varios foreros más abrirían la temporada en el mismo río, pero por diversas razones nos organizamos en esta excursión paralela.
Nos fuimos conversando todo el camino (aunque lo de conversación es un decir… más preciso sería hablar de monólogo). Ya en camino al río, nos encontramos con Mosk, que se unía a nosotros en esta salida.
Pasamos el sector de Agua Buena y comenzamos a bordear el río. ¡Sorpresa! A lo largo del camino, varios carteles –en los árboles y en postes especialmente instalados– letreros indicando la prohibición de pescar fuera de temporada o con carnada, bajo pena de multa. Buena noticia, comentamos, aunque sin fiscalización de poco sirve. Peor es nada.


Carteles camino al río.
Llegamos a la orilla del río, estacionamos y nos aperamos. Wader 2 de nosotros, short y zapatillas un tercero que luego se arrepentiría durante un rato, dada la temperatura del agua. Armamos nuestros equipos, en números 2,3 y 4, amarramos las moscas al final del tippet y nos fuimos al agua. Aún no eran las 8:00.
El comienzo de la mañana fue lento. Pocos piques, casi ninguna captura. La temperatura del agua nos jugaba en contra, dedujimos. Solo quedaba esperar a que las truchas se activaran un poco, lo que pasó cerca de las 10:00. De ahí en adelante, la cosa no paró: muchas capturas (chicas, eso sí) con ninfas, una que otra emergente y sobre todo secas, fue la tónica del día. Todas devueltas al agua sanas y salvas. Así estuvimos varias horas, hasta que Mosk tuvo que dejarnos. Un bautizo lo llamaba de regreso. Se despidió y emprendió rumbo –no con muchas ganas, y haciendo varias paradas en el río– hacia el auto. Con Piedra Lisa continuamos la pesca.





Así seguimos hasta cerca de las 17:00 horas, pescando de vuelta al auto. Siguieron las capturas, de las mismas tallas del resto del día, salvo un par de honrosas excepciones logradas por Piedra Lisa. Finalizaba un excelente día de pesca.
Llegamos hasta el auto, y comenzamos a cambiarnos. Había que volver a la dura realidad. En eso estábamos cuando vimos aparecer por el camino un furgón de Carabineros. ¿Sería posible? ¿Íbamos a cerrar el día de la mejor manera posible? Se bajaron del furgón 3 carabineros, que amablemente se acercaron a nosotros.
-Buenas tardes, dijo el oficial a cargo.
-Buenas tardes, respondimos nosotros.
-¿Pescando?
-Claro.
-¿Licencia de pesca?
-Claro, inmediatamente.
-¿Cuántas piezas llevan?
-Ninguna, todas de vuelta al agua.
-¿Carnada? (mientras buscábamos las licencias).
-No señor, sólo moscas.
-Así me gusta. Yo también soy mosquero, dijo Fernando Cárdenas, Sargento primero y sub oficial jefe del retén Agua Buena, y sólo permito moscas aquí.
Seguimos conversando, mientras los carabineros anotaban nuestros datos en su planilla de control. Miraron nuestros equipos, nos preguntaron cómo había estado la pesca y nos contaron que habían fiscalizado a varios pescadores ese día. Como si fuera poco, nos comentaron que realizaban dos rondas diarias de fiscalización. Así como lo leen: dos fiscalizaciones diarias, más de lo que en un año hacen muchos de los encargados de hacer cumplir la ley.


Luego de despedirse amablemente, los carabineros emprendieron el regreso. Pocos metros más allá se toparon con dos autos que venían subiendo. Fiscalización. Pasamos a su lado y nos despedimos mientras anotaban los datos de quienes iban en los autos. Iniciamos viaje de vuelta a Santiago, comentando que la mejor solución para que la ley se cumpliera sería iniciar a todos los carabineros a cargo de comisarías, retenes o puestos policiales en la pesca con mosca.
Llegamos a Santiago a la hora prevista, y con una sonrisa de oreja a oreja. Por primera vez en mi vida de pescador me pidieron la licencia. En el caso de Piedra Lisa, era la segunda. Fue la mejor forma de terminar un día increíble, y con algo de esperanza en que el futuro de nuestros ríos puede mejorar.
5:00 AM. Puntualmente estaba en el lugar indicado. Cambio al auto de Piedra Lisa y emprender rumbo a nuestro destino: el Antivero. Varios foreros más abrirían la temporada en el mismo río, pero por diversas razones nos organizamos en esta excursión paralela.
Nos fuimos conversando todo el camino (aunque lo de conversación es un decir… más preciso sería hablar de monólogo). Ya en camino al río, nos encontramos con Mosk, que se unía a nosotros en esta salida.
Pasamos el sector de Agua Buena y comenzamos a bordear el río. ¡Sorpresa! A lo largo del camino, varios carteles –en los árboles y en postes especialmente instalados– letreros indicando la prohibición de pescar fuera de temporada o con carnada, bajo pena de multa. Buena noticia, comentamos, aunque sin fiscalización de poco sirve. Peor es nada.


Carteles camino al río.
Llegamos a la orilla del río, estacionamos y nos aperamos. Wader 2 de nosotros, short y zapatillas un tercero que luego se arrepentiría durante un rato, dada la temperatura del agua. Armamos nuestros equipos, en números 2,3 y 4, amarramos las moscas al final del tippet y nos fuimos al agua. Aún no eran las 8:00.
El comienzo de la mañana fue lento. Pocos piques, casi ninguna captura. La temperatura del agua nos jugaba en contra, dedujimos. Solo quedaba esperar a que las truchas se activaran un poco, lo que pasó cerca de las 10:00. De ahí en adelante, la cosa no paró: muchas capturas (chicas, eso sí) con ninfas, una que otra emergente y sobre todo secas, fue la tónica del día. Todas devueltas al agua sanas y salvas. Así estuvimos varias horas, hasta que Mosk tuvo que dejarnos. Un bautizo lo llamaba de regreso. Se despidió y emprendió rumbo –no con muchas ganas, y haciendo varias paradas en el río– hacia el auto. Con Piedra Lisa continuamos la pesca.





Así seguimos hasta cerca de las 17:00 horas, pescando de vuelta al auto. Siguieron las capturas, de las mismas tallas del resto del día, salvo un par de honrosas excepciones logradas por Piedra Lisa. Finalizaba un excelente día de pesca.
Llegamos hasta el auto, y comenzamos a cambiarnos. Había que volver a la dura realidad. En eso estábamos cuando vimos aparecer por el camino un furgón de Carabineros. ¿Sería posible? ¿Íbamos a cerrar el día de la mejor manera posible? Se bajaron del furgón 3 carabineros, que amablemente se acercaron a nosotros.
-Buenas tardes, dijo el oficial a cargo.
-Buenas tardes, respondimos nosotros.
-¿Pescando?
-Claro.
-¿Licencia de pesca?
-Claro, inmediatamente.
-¿Cuántas piezas llevan?
-Ninguna, todas de vuelta al agua.
-¿Carnada? (mientras buscábamos las licencias).
-No señor, sólo moscas.
-Así me gusta. Yo también soy mosquero, dijo Fernando Cárdenas, Sargento primero y sub oficial jefe del retén Agua Buena, y sólo permito moscas aquí.
Seguimos conversando, mientras los carabineros anotaban nuestros datos en su planilla de control. Miraron nuestros equipos, nos preguntaron cómo había estado la pesca y nos contaron que habían fiscalizado a varios pescadores ese día. Como si fuera poco, nos comentaron que realizaban dos rondas diarias de fiscalización. Así como lo leen: dos fiscalizaciones diarias, más de lo que en un año hacen muchos de los encargados de hacer cumplir la ley.


Luego de despedirse amablemente, los carabineros emprendieron el regreso. Pocos metros más allá se toparon con dos autos que venían subiendo. Fiscalización. Pasamos a su lado y nos despedimos mientras anotaban los datos de quienes iban en los autos. Iniciamos viaje de vuelta a Santiago, comentando que la mejor solución para que la ley se cumpliera sería iniciar a todos los carabineros a cargo de comisarías, retenes o puestos policiales en la pesca con mosca.
Llegamos a Santiago a la hora prevista, y con una sonrisa de oreja a oreja. Por primera vez en mi vida de pescador me pidieron la licencia. En el caso de Piedra Lisa, era la segunda. Fue la mejor forma de terminar un día increíble, y con algo de esperanza en que el futuro de nuestros ríos puede mejorar.